Mónica. Santa
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       Madre de San Agustín, modelo de madres persistente ante el bien espiritual de su hijo. Nació el 331 en Tagaste, hoy en Argelia. Era cristiana fiel y estaba casada con Patricio, pagano, violento, vicioso. Primero convirtió al cristianismo y a la virtud a su marido. Luego se dedicó a rezar y procurar el bien de su hijo Agustín, sobre todo cuando prematura­mente quedó viuda y tuvo que sacar adelante a la familia.
   Oraba y lloraba por su hijo al que siguió a Cartago, luego a Roma y al final a Milán. "No es posible que se pierda un hijo de tantas lágrimas", le dijo un día Ambrosio, el Obispo de Milán. Dios la escuchó y Agustín volvió al fin hacia el buen camino y se bautizó, decidiendo regresar a Africa para llevar vida penitente. El mismo recuerda en las “Confesiones”: "Noche y día mi madre oraba y gemía con más lágrimas que las otras madres derramarían junto al féretro de sus hijos".
   Cuando se iban a embarcar para Africa, murió en el puerto de Ostia, cerca de Roma. Las palabras más tiernas sobre una madre las pronunció entonces S. Agustín entre lágrimas y recuerdos. Era el año 387. Su fiesta se celebra en la Iglesia el 27 de Agosto.